La Epifanía, el acto más cercano a lo divino, se explora en estos cruces difusos entre la imagen emergente y la imagen representada mediante una estética de corte pictórico, tan próxima al mínimal como a las irreverencias del pasado manierista.
Nos sorprende la confrontación con sujetos cotidianos tratados a la maniera de los grandes personajes que habitaron los lienzos de antaño. La fotografía actualiza una vez más las tradiciones pictóricas, diluyendo las distancias del paso del tiempo y las transformaciones de la forma en el espacio.
Los objetos son tratados con la misma pulcritud y elegancia que los personajes. Un aura de frialdad los hace ingresar en las ficciones de la eternidad. Ficciones inquietantes y llenas de belleza. Quizás, incluso, por cierta cercanía a la inmensidad de un antiguo sublime.